martes, 17 de agosto de 2010

de Henri David THORAU.Escribir (Anotación 13/02/1906)

El halcón y el pino son amigos. Lo que retiene al halcón en los bosques, lejos de las ciudades, me retiene a mí aquí. Este pájaro se posa confiado en la copa de un pino blanco t no en vuestra veleta. Ese pájaro no será un ave de corral, ni pondrá huevos para vosotros, y siempre ocultará su nido. Aunque decidido, o salvaje, no es deliberado su salvajismo. El hombre que no simpatiza con ellos considera un pecado el salvajismo de algunos amimales, su extrañeza respecto a él; como su virtud consistiera en poder ser domados. Siempre tiene una bala en la recámara para su exterminio. Lo que llamamos salvajismo es una civilización distinta a la nuestra. El halcón rehúye al granjero, pero busca el amistoso cobijo del pino. No consentirá en caminar por la era, sino que le encanta planear sobre las nubes. Sigue su propio camino y resulta hermoso, aunque queramos someterlo a nuestra voluntad. Toda obra de arte sobresaliente resulta extraña y salvaje para la masa de los hombres, como el genio mismo. Ninguno de los halcones que planea y roba en nuestro corral es más salvaje que el genio, ni más perseguido o libre de toda persecución. No puede ser un poeta laureado y luego repetir "Lindo lorito, lindo lorito" y "Lorito quiere galleta, lorito quiere galleta".