[...]Pero el ángel nos acompaña en el ensueño de lo efímero. Es la tradición hebrea la que nos acompaña. La que rcuerda Kafka en sus diarios, cuando nos dice que la noche del viernes dos ángeles acompañan a los devotos desde el templo a su casa, pero "se quedan poco tiempo". Es la misma fugacidad del "ángelus novus" de Benjamin, cuyo origen nos lleva a la tradición talmúdica de los "ángeles efímeros", creados tan sólo para entonar su himno ante Dios, y disueltos luego en la nada. [...]
Editorial Anagrama, 1982