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He criado un halcón más de un año.
Cuando lo había domado a mi gusto
y le había adornado las plumas con oro
se elevó muy alto y voló a otras tierras.
Aun vi al halcón volar hermoso:
en su pata llevaba la cinta de seda,
en sus plumas brillaba todo rojo y oro...
¡Que Dios junte a quienes se aman de corazón!
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