martes, 21 de mayo de 2013

Juan Manuel ROCA: La enfermedad del ángel


El primero que fue príncipe fue un asesino y se vistió
de rojo para ocultar, bajo este color, las huellas de su crimen.
Schiller



El ángel recorre los rincones de la ciudad con sus alas quebradas y los niños lo apedrean como a un viejo pájaro desplumado. Ni en la iglesia lo reciben sin dejar de hacerle signos de aire, bendiciones que acompañan de agua bendita, antiguos salmos en lengua ladina.

Huye de los príncipes rojos, ángel mendigo.

Otros ángeles cruzaron la ciudad, no creyeron en sus augurios, sus signos, sus presagios. Pero éste no. Ha caído en desgracia, la súbita enfermedad le impidió hacerse a vendas, febrífugos, muletas para heridos: nada sabía de la peste del amor.

Bajo la falda de una infanta cruzó el cerrojo de un desconocido Paraíso, pequeño bosque encantado, húmeda selva agazapada entre sus piernas.

Huye de los príncipes rojos, ángel mendigo.

Si el amor es un ciego conducido por el lazarillo del deseo, hay flores blancas teñidas de sangre en sus palacios.

Huye de la ciudad, ángel mendigo.